“Entre perros nos entendemos no es ni la más mínima muestra de lo que fue el primer show.” -Alejandr
- Nathaly Sarmiento
- 23 may 2017
- 4 Min. de lectura
Crónica.
Entre perros nos entendemos es el más reciente Stand Up comedy del Bogotano Alejandro Riaño. Durante casi dos horas y media Riaño, junto a los también comediantes Juan Buenaventura y Paulo Hernández, hacen reír al público con sus historias de vida y anécdotas que abarcan desde cómo coquetear, a cómo es sobrevivir en Suba. Un humor simple que logra describir cómo estos personajes con los aspectos más esenciales demuestran que la risa sí es algo que se busca.
Minutos antes de empezar la función me encuentro con Alejandro Riaño el personaje principal de la obra en la taquilla del Teatro la Castellana, al acercarme veo que el vende, las boletas para su propio show.
¿Cuántas boletas quieres? me dice Alejandro con una sonrisa en el rostro
Realmente yo no iba a ver el show, mi intención era otra, así que decidí preguntarle si me podía 10 minutos para hablarle, quería hacerle una entrevista. Sabía que detrás de ese hombre alegre habría una historia que contar. En esos minutos, sólo me preguntaba ¿cómo es este mundo? ¿qué hay detrás del telón?
Es curioso ver cómo estos personajes hacen parecer su trabajo algo tan sencillo, tan fácil. A primera impresión y sin mayor esfuerzo de ellos, uno ya podía sentir que la obra iba a ser excelente.
Tras unos minutos de hablar me propuso algo que nunca creí poder lograr esa noche, me dejó meterme dentro de su show, a la intimidad de sus camerinos. Accedí a acompañarlo a él y a su equipo mientras iniciaba la presentación para luego hacer mis preguntas. Por la manera como me acogió, noté en Alejandro cierta inquietud por saber qué preguntas le haría, del por qué lo abordé en la taquilla principal.
El escenario estaba oscuro y vacío, los técnicos se percataban de que tanto las luces como el sonido estuviesen bien. Mientras se bebía una margarita, Juan Buenaventura, bajó de la tarima y se acercó a mí, estreché su mano, me saludó después de mirarme de arriba para abajo, echó su cabello hacia atrás y por la manera en que se dirigió hacia mí, noté que él hacía parte del show.
-¿Te quieres tomar algo?
- Sí, ¿Por qué no?
No entendía porqué era tan amable. Alejandro me extendió una bolsa de tacos y me habló.
-Vamos a ir a los camerinos, si quieres ven, trae tu bolso y me cuentas bien qué quieres saber de nosotros.
- Me parece perfecto.
El camerino era un cuarto lleno de trajes. Tenía dos sillones largos y una mesa llena de comida, un lugar que para ellos, les permitía hacer las estupideces que daban lugar a nuevas ideas para el show. Cada uno se preparaba diferente, yo esperaba verlos quizás, con un papel en mano caminado de un lado para otro. En ese momento, conocí a Paulo, uno de los comediantes que se presentaría con Alejandro, Paulo estaba sentado en uno de los dos sillones con su celular en la mano. Levantó brevemente su cabeza para saludar, dejó su celular en la silla, cruzó sus piernas y se quedó en un silencio de expectativa.
Al hablar un rato con ellos surgió la pregunta de ¿Por qué ser comediante, y más en este campo que ellos catalogan como estrecho e incierto?
Para Alejandro, el ser comediante es una pasión, que surgió en su caso, a los 12 años con la expectativa de no seguir lineamientos sociales. En ese momento respiró profundo, se tomó un minuto para decirme: “Hacer lo que realmente me gusta me llevó a ganar más dinero que mis padres que no creyeron en mí”
Del otro lado del camerino, Paulo seguía sentado, aseguraba que para él no había algo más interesante que pasar por las universidades haciendo reír a otros, “de aquellas experiencias surgió el amor por este arte, lo que marcó significativamente mi trayectoria en este mundo fue precisamente la decisión de quedarme con las universidades, a diferencia de Freddy que acudió al gorro en la calle. Yo era el comediante gomelo que siempre prefirió un público cotizado”.
Alejandro seguía con su celular en la mano, contestando mensajes, riendo a carcajadas y haciendo un en vivo desde Facebook, les contaba a sus seguidores lo que sucedía en el camerino antes de dar inicio al show. Juan se acercaba una que otra vez a la mesa de comidas y mientras esperaba a su novia se servía otra margarita, pero no se pronunció frente a la pregunta.
A Alejandro a Pablo y a Juan los esperaba un gran número de personas y estaban a sólo 40 min del show, momento en que cada uno tendría aproximadamente 25 min para decir lo que quisieran. y aprovechando que están en un medio donde realmente se pueden expresar libremente en su monólogo les pregunté que ¿Por qué no utilizar éste como medio de protesta? El cuarto acogió un silencio prolongado, Alejandro aseguró que Colombia no es un país que acoja este tipo de iniciativas, para él puede ser riesgoso, idea que reafirmó recordando lo ocurrido con Jaime Garzón.
Cuando finalmente les pregunté cómo surge un Stand Up Comedy, todos se miraron entre ellos y solo Alejandro “es necesario prepararlo previamente, y darle la oportunidad de involucrar cosas nuevas, el show de “entre perros nos entendemos” no es ni la más mínima muestra de lo que fue el primer show”.
El momento de entrar a el escenario había llegado. Con mi boleta en mano,(que Alejandro unos minutos antes me había dado) tomé mi bolso, me despedí de cada uno de ellos sin nada más que desearles suerte, salí y entré al show.

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